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Beneficios del queso fresco

enero 3, 2023

Salud del queso

El queso es un alimento básico milenario, apreciado por su riqueza, cremosidad, sabor y cualidades saciantes. Se descubrió en las civilizaciones antiguas durante el auge de la agricultura y la domesticación de ovejas y cabras por su leche. Por accidente, cuando la leche se dejaba al sol durante horas, se agriaba y los componentes proteínicos cuajaban y se convertían en sólidos. Cuando la parte líquida, o suero, se escurrió y se extrajo dejando sólo la cuajada sólida, los granjeros se dieron cuenta de que esta cuajada tenía un sabor agradable.

Desde entonces, países de todo el mundo han experimentado con la fabricación de quesos, variando los tipos de leche, el tiempo que se deja madurar el queso y el uso de diferentes aditivos como la sal o el ácido para producir texturas y sabores únicos. La India es conocida por su suave paneer, Grecia descubrió el salado y desmenuzable feta de oveja o cabra, y Cerdeña desarrolló el duro y picante Pecorino Romano.

El queso es un alimento lácteo rico en nutrientes que aporta proteínas, grasas y minerales. Algunos quesos duros en bloque que contienen poca humedad, como el Parmigiano-Reggiano y el cheddar curado, se conservan fácilmente y viajan bien porque no necesitan refrigeración. Algunas personas toleran mejor el queso que la leche porque contiene menos lactosa, un tipo de azúcar que no se digiere fácilmente si se carece de la enzima que la descompone.

¿Es bueno el queso fresco?

El queso es una gran fuente de proteínas y calcio, pero suele tener un alto contenido en grasas saturadas y sal. Por eso, comerlo en exceso puede elevar el colesterol y la tensión arterial, lo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares (ECV).

¿Se puede comer queso a diario?

¿Es sano comer queso todos los días? Siempre que no tengas sensibilidad a la lactosa o a los lácteos, comer queso todos los días puede formar parte de tu plan de alimentación saludable. Además de los beneficios de las proteínas y el calcio, el queso es un alimento fermentado y puede proporcionar una buena fuente de probióticos para un intestino sano.

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El queso existe desde hace miles de años y puede elaborarse con leche de vaca, cabra, oveja y búfala. A mucha gente le encanta el queso por su gran diversidad de sabores y texturas y porque son muchos los beneficios del queso en diferentes comidas y ocasiones de comer.

Es cierto que algunos quesos pueden tener un alto contenido en grasa, y debes tener cuidado con el exceso de grasa en tu dieta. Pero si tu dieta es equilibrada y llevas un estilo de vida activo, puedes disfrutar del queso en cantidades moderadas.

El clásico queso amarillo duro o semiduro, como el cheddar, el gouda o el havarti, es básicamente una concentración de las sustancias de la leche. Cuando se elabora el queso, se añade una enzima llamada cuajo que está presente de forma natural en la vaca y que hace que la leche se coagule. El agua de la leche (suero) se elimina del producto durante la fermentación. De este modo, el proceso da lugar a una mayor concentración de nutrientes como grasa, proteínas y calcio.

El queso amarillo duro o semiduro puede ser una de las muchas fuentes alternativas de calcio y proteínas si no se toma leche. Durante el proceso de fermentación del queso, la lactosa es “digerida” por los cultivos vivos, por lo que el queso amarillo es bajo en lactosa y a menudo puede disfrutarse si se tiene intolerancia a la lactosa.

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La fabricación de queso se practica desde hace más de 8.000 años en diversas culturas de todo el mundo. A lo largo de la historia, muchos animales han sido valorados por su leche, como camellos, bisontes, cabras y yaks. Hoy en día, la mayor parte de la producción láctea procede de la leche de vaca, con un aumento del 50% en los últimos 40 años. Mientras que el porcentaje de consumo de leche en forma líquida ha disminuido, la popularidad del queso ha ido en aumento, y en 2012 cada persona consumía una media de 34 libras al año (1).

Sin embargo, no todos los quesos son iguales. La mayoría de los quesos tienen mala reputación. Oímos hablar de lo poco saludables que son, de que contribuyen negativamente a nuestra cintura y aumentan el número en la báscula. Aunque todos los quesos deben comerse con moderación, hay algunos que son una buena adición a tu lista de la compra, como el suizo, el feta, la mozzarella semidesnatada, el parmesano y el requesón (2). Son una gran fuente de vitaminas y minerales esenciales, y pueden ayudarte a evitar problemas de salud comunes.

De niños, nuestros padres siempre nos ordenaban beber leche, diciéndonos que el calcio y la vitamina D nos ayudarían a tener huesos fuertes. La verdad es que nuestra masa ósea sigue creciendo durante la infancia y la adolescencia, alcanzando su máxima densidad alrededor de los 30 años. A partir de ahí, el proceso de envejecimiento empieza a adelgazar nuestros huesos con el paso del tiempo. Es fácil darse cuenta de que cuanto mayor sea su densidad ósea en ese momento, menor será el efecto del envejecimiento sobre la integridad de su esqueleto.

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Cuánto queso al día

Veamos primero cuáles son las diferencias entre los quesos frescos y los curados, y luego tratemos de comprender el aporte nutricional positivo que nos dan los quesos frescos, cuando son realmente frescos y no están contaminados por conservantes.

Para obtener quesos curados, es necesario eliminar gradualmente el agua del queso. Éste se volverá más duro, curtido y resistente. La corteza externa es una barrera válida contra las bacterias y, en algunos casos, se puede comer.

Volvamos por un momento a los quesos duros o curados: tienen más grasa y un mayor contenido en sodio que los quesos frescos, pero contienen más proteínas. Los quesos elaborados con leche de vaca son fundamentales para el aumento de la masa muscular, para la salud de los dientes y de las uñas.

Los quesos frescos son más blandos, más cremosos, debido a la presencia de agua que los hace delicados y aptos para un consumo rápido, casi nunca tienen corteza, además se pueden combinar con muchos platos como ingredientes

La ventaja de consumir quesos realmente frescos y SIN CONSERVANTES radica en los ingredientes genuinos, en la frescura real del producto que mantiene vivas todas las sustancias orgánicas saludables para nosotros.

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